Vincent van Gogh |
Ya vivíamos juntos
cuando florecieron los lirios.
Contábamos cada mañana
las flores abiertas del cercado
y el resplandor
parecía que no se iba a acabar.
Una tarde me llevaste al molino
de tu niñez.
Estaba oscuro,
un carretillo contra la pared
maestra,
cordones arrancados, pero tú me
hablabas
como si aún el trigo, las
harinas,
como si vinieras de jugar entre
los sacos.
Después fuimos a las tierras
rojas de mi infancia.
Te hablé de un cedro
y te enseñé los balcones donde
crecí.
Recuerdo ahora la calle vacía
y que traías en tu camisa morada
el cercado de los lirios.
La divisoria de las aguas
Tomás Salvador González
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