Imagen: Paul Gauguin |
Reposa al fin entre las sábanas
de las constelaciones, viajero, duérmete
con el último fulgor de las palabras
que dejaste sobre el papel:
humo y olvido fue tu
tiempo, un alfabeto de juventud
para escribir el recorrido
de un adjetivo vacío
y sin luna,
es decir,
irrespirable bruma sin
nombre flotando en medio del océano,
sólo silencio
en los últimos surcos de
tus párpados
y el soplo semidesierto de un único
amor
que brillaba extinguido
sobre tu pecho,
el sonido de la mordedura
secreta
de tu corazón
que buscaba la luz
de la claridad,
la promesa
de una eternidad sin grietas
De: No todos los días alcanzan la belleza
(en preparación)
Daniel Noya
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