“Si no he de inspirar amor, inspiraré temor.”
Artículo de Cuarto Poder de David Torres
Dos siglos de Frankestein
Leer aquí: Dos siglos de Frankenstein
Los fenómenos
naturales que a diario tienen lugar no escapaban a mi observación. La destilación
y los maravillosos efectos del vapor, procesos que mis autores favoritos
desconocían por completo, provocaban mi asombro. Pero mi mayor sorpresa la suscitaron
unos experimentos con una bomba de aire que empleaba un caballero al cual
solíamos visitar.
El
desconocimiento de los antiguos filósofos sobre éste y varios otros temas
disminuyeron mi fe en ellos, pero no podía desecharlos por completo sin que
algún otro sistema ocupara su lugar en mi mente.
(...)
La catástrofe de este árbol avivó mi
curiosidad, y con enorme interés le pregunté a mi padre acerca del origen y
naturaleza de los truenos y los relámpagos.
(...)
Uno de los fenómenos que más me atraían era
el de la estructura del cuerpo humano y la de cualquier ser vivo. A menudo me
preguntaba de dónde vendría el principio de la vida.
(...)
¡Ay!, Ningún mortal podría soportar el
horror que inspiraba aquel rostro. Ni una momia reanimada podría ser tan
espantosa como aquel engendro. Lo había observado cuando aún estaba incompleto,
y ya entonces era repugnante; pero cuando sus músculos y articulaciones tuvieron
movimiento, se convirtió en algo que ni siquiera Dante hubiera podido concebir.
Fragmentos de Frankentein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
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