(A Luis
Cernuda)
Allá
donde estén las islas,
allá lejos,
allá donde los árboles
esconden nombres de niños que se aman
y las lechuzas picotean
las huellas de los carros,
hay un nombre para cada
desnudez.
Allá donde estén las
islas,
allá lejos,
allá donde la infancia
no es carne de niño asustado,
donde no hay una herida
heredada para cada piel,
allá donde nada sucede
en un día y una noche.
Allá donde estén las
islas,
allá lejos,
allá donde las manos no
agarran troncos
que luego no son sino
despojos de algas,
hay un espacio donde es
posible el nacimiento.
Allá donde estén las
islas,
allá muy lejos,
allá donde se oye el
aleteo de las manos cuando la noche
se escucha muy cerca,
allá donde bebo la
pócima verde de mi última estación.
De:
Cierra el portón
Daniel Noya
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