De un viejo cuento que nadie
atiende
ÁFRICA no consiguió nada para cenar
ni se le ocurrió canción alguna
que calmase el ruido de sus chavales.
Así que los acostó cerca del fuego,
puso agua a calentar. Dijo:
“pronto estará”.
Los niños se acurrucaron en la
inocencia
de un paisaje incierto.
El borboteo fue hipnotizándoles:
ahora un león, luego una cebra, ¡no!
es un lagarto, al final una hiena
en la que aullar si fueran lobos.
En el disimilado crepúsculo
echó dos piedras al caldero.
Vieron entrar unas patatas,
escucharon el hechizo:
“pronto estará”.
El sueño envolvió sus estómagos,
las pestañas vencieron,
se hizo la escurridiza calma.
Después África
aprovechó el agua caliente
para lavar sus gestos
y guardó las piedras.
Mañana quizás
si consiguen pan, puedan untarlo.
De: Celebración de lo
inútil
Víctor Izco
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