TU RISA
Yo habito en cada pliegue de tu risa
y de tu cuerpo que voraz respiro
a grandes bocanadas mientras miro
este instante que avanza muy deprisa
hacia la eternidad de los relojes
y al que procuro convocar en sueños:
de su antiguo esplendor somos los dueños,
sus brasas en la piel sabes que acoges.
Yo no puedo vivir sin escuchar
esta risa en cascadas, su fulgor,
instante recobrado de su suerte:
un náufrago perdido en alta mar.
No dejes nunca de reírte, amor,
para aplazar un poco más la muerte.
De: Carrusel
Ioana Gruia
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