Frankenstein
Busqué entre la materia, como hubiera
convocado fantasmas. Perseguía
al reloj para que la biología
se ajustara a mi máquina, y cupiera
el cerebro preciso en tu mollera;
porque no caducara en la bacía
el pecho más perfecto. Yo quería
darte la vida y me hice costurera.
Sangre inventé, compuse tus tejidos,
no lo pediste y di, te he articulado…
pero tú no me das lo que te pido,
y sí, mi corazón está espinado,
porque no quieres ser lo que he
querido.
Te cosí, pero no eres mi bordado.
De: Quevedeau
Sofía Rhei
Sombras di-versas.
Diecisiete poetas españolas actuales
Amalia Iglesias Serna
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