LOS TENDONES DE LA VIGILIA
Días hay que pasan como una caricia descuidada, con el santo ido al cielo, con el alma puesta en otra parte. Días en vilo, ingrávidos, sin sombras. Días en que el latido se ha agazapado en algún corazón remoto y subsiste, incontaminado pero inútil, apenas como contracción. Días ensimismados, como la galería de una mina. Días expulsados de un jardín.
Vivir es un inacabado, inacabable, horadado movimiento de erguirse. Lo peor es que flaqueen los tendones de la vigilia.
De: Un zumbido cercano
Jorge Riechmann
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