COSMOGONÍA
Debió de ser la luz, primeramente,
con su dejo de sombras y contornos,
la palabra que izaste entre tus labios.
Después, quizá mi nombre o el
silencio
que cesa al pronunciarlo; cifrarías
mi cuerpo en tu costado lo mismo que
una madre…
Pero cómo tus labios se infundieron de
sangre,
cómo naciste
tú,
mujer, mundo, universo,
único dios que creo y conozco
más allá de los símbolos,
y
existes.
De: Tiempo adentro
Javier Vela
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