Dime
Dime,
si has cortado una flor sin que temblaran tus manos
(Lole
y Manuel)
Al corazón más oscuro de la noche
llega el grito de dolor
de Saida, llega el grito de dolor de Nasha,
nacida en temporada de lluvias,
el amargo dolor de Zoe
o de Antonella, el dolor de Nyura, llena de gracia.
Al corazón más tenebroso de la noche llega el grito de
dolor
de las mujeres
a las que arrojaron ácido a la cara.
Como a Saida, en Bangladés, que perdió el ojo
izquierdo.
Y llega el grito de dolor de todas las mujeres
mutiladas
por sus padres en la infancia.
En las calles de Kenia las niñas tienen miedo.
Dime
por qué en México durante la pandemia han sido
asesinadas
dos mil mujeres,
por qué hay niñas que son mutiladas en Mali,
que se quedan embarazadas en Nairobi,
por qué a las mujeres nepalíes se las aparta de sus
chozas
cuando tienen la menstruación.
Dime por qué las consideran impuras.
Y por qué
hay mujeres obligadas a casarse con sus violadores
como en Nigeria.
Dime
por qué hay en este mundo niñas que reciben peticiones
de matrimonio con once años,
por qué en Mauritania obligan a las adolescentes
a comer para poder casarse,
dime por qué mutilan durante las vacaciones escolares
a las niñas africanas.
Al corazón más oscuro de la noche
llega el grito de dolor
de Saida.
Cuando salió a la calle la esperaban en la puerta tres
hombres.
Uno de ellos era su marido.
Le arrojaron ácido a la cara.
Dime si puedes sentir
al ácido atravesar su vestido, llegar hasta la piel,
herir su cuerpo.
Dime si puedes escuchar su grito.
En las calles de Kenia las niñas tienen miedo.
Dime si no te tiembla la voz,
si no te hace llorar tanto dolor.
Al corazón más oscuro de la noche llega el grito de
dolor
de Chiara,
de Rosa y de Fumiko.
El dolor de Eva y de todas las mujeres.
Daniel Noya