HAMBRE PARA MAÑANA
El pan de cada día, el pan tan nuestro,
se amasa, crece y cuece, compañera,
en este abrazo tibio que deroga
las despóticas leyes del dolor.
Saciémonos en horas de oficina,
en sábanas de lino y en el piso
recién desinfectado de las jaulas.
Saciémonos al raso, por los parques,
con la brisa holgazana que el domingo
comparte con los parias y los
prósperos.
Saciémonos, que luego acecha el frío,
el fango en el que lucen las libélulas
como ángeles caídos, el abismo
del sueño sin almohada, el hambre
cruda.
De: Compañero enemigo
Juan Antonio Bermúdez
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