EL AZAR ES DE COLOR AZUL
El azar está vestido, disfrazado de azul…
Simone Weil
El azar
está desnudo, es un dios desconocido,
es
apenas un roce,
una
ensoñación,
un
gozo.
El azar
nos tiene prisioneros.
No
tiene alma, es un vértigo,
un
accidente,
una
ciega rueda,
cara y
cruz,
un
juego en las manos de unas parcas que tiran del hilo
de
nuestra vida.
El azar
es el grito eureka en algún lugar de Siracusa,
una
mezcla de carbón,
azufre
y sal
de mar,
un
sueño cíclico de átomos.
Por
azar se han hecho grandes descubrimientos.
El azar
ha provocado explosiones,
guerras,
hundimientos.
Algunos
lo llaman destino, otros casualidad o suerte.
Está en
todas partes porque es invisible
como el
amor
que
también tiene su origen en el azar.
El azar
hace que perdamos los trenes como en una película de Kieslowski,
que nos quedemos a vivir en los sitios más
extraños,
que nos
lleguen lejanas cartas que no son nuestras.
Por
azar nos sentimos extranjeros, viajeros,
nómadas
hacia ninguna parte.
El azar
creó a Quimera,
es la
voz de Medea huyendo en el carro de Helios
o la mirada del sheriff Kane
esperando en un poblado
el cumplimiento de su
destino.
Para
Cicerón es quien rige nuestra vida.
Para
Marcel Duchamp es todo lo que ocurre en el mundo.
Nunca
le abolirá una tirada de dados.
El azar
es traicionero, esquivo, música en una novela de Paul Auster.
El azar
es
pisar un charco en una calle perdida de Roma
o
encontrar una cita que andabas buscando
al
abrir una página del Eclesiastés.
El azar
siempre está desnudo, vestido,
disfrazado
de azul,
esperándonos
a la vuelta de la esquina.
De: Cien fuegos
Daniel Noya
No hay comentarios:
Publicar un comentario