XXIV
“¡La copa es de oro fino,
el néctar que contiene es de los
cielos!”
dijo, y bebió con ansia
hasta el último sorbo de veneno.
¡Era tarde! Después ardió su sangre
emponzoñada; y muerto,
aún rojiza brillaba en su sepulcro
la llama inextinguible del deseo.
DE: Rosalía erótica y
existencial
50 poemas
esenciales
Xosé Azar
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