El olor tiene tu nombre
como un
árbol tiene sus hojas.
Y tu olor
se ha pegado a mi cuerpo
como la
tierra
se pegó a
mis zapatos.
Mi sueño tiene tu nombre
y tu nombre
es tan
antiguo como el olor.
Pero mi sueño se pierde
entre las
misteriosas calles de tus zocos,
la sangre
huye de mi cuerpo
y es
desierto la palabra que pronuncio
al
despertar.
Amanecer contigo es un acto
necesario.
El amanecer
tiene tu nombre
como un
cuerpo su más pura negación en la muerte.
Mi sueño es así más poderoso.
Pero la desnudez de un árbol
tiene
infinitamente más poder que mi sueño.
Entre tu tierra y la mía
sólo hay pasos.
De: Cierra el portón
Daniel Noya
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