Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos…”
PC
también la eternidad está llena de ojos…”
PC
“Corona”
En mi mano el otoño come su
hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
Mi ojo asciende al sexo de
la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Nos mantenemos abrazados en
la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
Es tiempo.
Paul Celan
Traducción de José
Ángel Valente
Carta de
Ingeborg Bachmann a Paul Celan, Viena, 24 de junio de 1949
Querido:
[…]
“He
vuelto a sentir la amapola, profunda, muy profundamente, tu magia ha sido tan
maravillosa, jamás podré olvidarlo.
A veces
lo único que quisiera es irme y llegar a París, sentir que tocas mis manos, que
me tocas entera con flores, y después otra vez no saber de dónde vienes y
adónde vas. Para mí eres de la India, o de un país aún más lejano, oscuro,
marrón; para mí eres desierto y mar y todo lo que es misterio.
Sigo sin
saber nada de ti y por eso muchas veces tengo miedo por ti, no puedo imaginarme
que tú debas hacer lo que los otros hacemos aquí, yo debería tener un castillo
para nosotros y traerte conmigo, para que puedas ser allí mi señor encantado,
tendremos muchas alfombras allí y música, e inventaremos el amor.
He
estado pensando mucho. “Corona” es tu poema más bello, es la anticipación
perfecta de un instante donde todo se vuelve mármol y es para siempre. Pero
para mí aquí no será “tiempo”. Tengo hambre de algo que no me darán, todo es
chato y flojo, está cansado y gastado antes del uso.
Para
mediados de agosto quiero estar en París, un par de días solamente. No me
preguntes por qué, para qué, pero quiero que estés para mí, una noche o dos,
tres… Llévame al Sena, vamos a mirar y mirar bien adentro hasta que nos hayamos
vuelto pececitos y nos reconozcamos.”
Ingeborg.
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