I dannati Lorenzo Paolini |
LIBÉRAME
DEL REINO DE LA CANTIDAD
Le règne de la quantité et les signes des temps
RENÉ
GUÉNON
Libérame del reino de la cantidad.
No permitas que sea valorado
por el número de amigos o de seguidores
que pudiera tener en una cosa denominada red.
Haz para mí este milagro mínimo como la hoja recién brotada del sauce.
Quita mi firma electrónica de los servidores que me avasallan.
Limpia de servilismos mi rutina.
Consigue que me escuchen aunque sea yo el único
que dice lo que digo.
Haz que no tenga que solicitar miles
o decenas de miles de firmas para obtener una ligera mutación en el orden del mundo.
Líbrame de las estadísticas, de los altavoces, de los muchos.
Líbrame del ingenio que seduce a los fáciles.
Haz que no tenga que integrarme en equipos.
Destruye la palabra cronograma.
Borra los documentos en los que he anotado
lo que voy a pensar y a soñar en los próximos años.
Otorga trasparencia a mi futuro.
Invísteme con la soberanía del árbol,
guarda para mí una partícula de la integridad de Sócrates
cuando moja sus pies en el río de Atenas.
Que pueda soñar único, escribir como único
rodeado de únicos.
Déjame que me ponga mis mejores ropajes
para leer a los clásicos.
No tenga que mirar las listas de ficción o no ficción,
las cifras de la audiencia, el número de visitantes.
Sácame de la cultura de masas que oprime mi caja torácica
con su descaro creciente en proporción geométrica.
Haz que la razón como un viento delicado cruce de mi cerebro a los otros cerebros
sin gritos.
Dame fuerza para seguir aunque no tenga a nadie
que acompañe mi pensamiento.
Dame un corazón sensato pero no excluyas la locura ni la valentía necesarias
para oponerme con elegancia de las necedades,
para ser invulnerable a las modas,
para prescindir de las biografías con un golpe de audacia.
Cumple tu promesa: Que se abran las puertas.
Descerraja las rejas de las reuniones, de los consejos, comités, comisiones y asambleas,
para que pueda salir a la mañana en la que sopla la primavera impaciente.
Borra las convocatorias y las citaciones.
Tú, que eres enemigo acérrimo de todo lo absurdo,
anula de una vez las entelequias.
Haz que no tenga que rellenar más formularios.
Limpia mi piel de códigos de barras.
Deja que me sacuda encima las claves alfanuméricas que el Poder me impone.
Llévame a mi tiempo, a la época del agua.
Deja que me descalce sobre el prado.
Déjame ser el último cualitativo.
Concédeme vivir como Montaigne
o como Jaccottet a la luz del invierno.
Libérame del reino de la cantidad.
Confiado
por el número de amigos o de seguidores
que pudiera tener en una cosa denominada red.
Haz para mí este milagro mínimo como la hoja recién brotada del sauce.
Quita mi firma electrónica de los servidores que me avasallan.
Limpia de servilismos mi rutina.
Consigue que me escuchen aunque sea yo el único
que dice lo que digo.
Haz que no tenga que solicitar miles
o decenas de miles de firmas para obtener una ligera mutación en el orden del mundo.
Líbrame de las estadísticas, de los altavoces, de los muchos.
Líbrame del ingenio que seduce a los fáciles.
Haz que no tenga que integrarme en equipos.
Destruye la palabra cronograma.
Borra los documentos en los que he anotado
lo que voy a pensar y a soñar en los próximos años.
Otorga trasparencia a mi futuro.
Invísteme con la soberanía del árbol,
guarda para mí una partícula de la integridad de Sócrates
cuando moja sus pies en el río de Atenas.
Que pueda soñar único, escribir como único
rodeado de únicos.
Déjame que me ponga mis mejores ropajes
para leer a los clásicos.
No tenga que mirar las listas de ficción o no ficción,
las cifras de la audiencia, el número de visitantes.
Sácame de la cultura de masas que oprime mi caja torácica
con su descaro creciente en proporción geométrica.
Haz que la razón como un viento delicado cruce de mi cerebro a los otros cerebros
sin gritos.
Dame fuerza para seguir aunque no tenga a nadie
que acompañe mi pensamiento.
Dame un corazón sensato pero no excluyas la locura ni la valentía necesarias
para oponerme con elegancia de las necedades,
para ser invulnerable a las modas,
para prescindir de las biografías con un golpe de audacia.
Cumple tu promesa: Que se abran las puertas.
Descerraja las rejas de las reuniones, de los consejos, comités, comisiones y asambleas,
para que pueda salir a la mañana en la que sopla la primavera impaciente.
Borra las convocatorias y las citaciones.
Tú, que eres enemigo acérrimo de todo lo absurdo,
anula de una vez las entelequias.
Haz que no tenga que rellenar más formularios.
Limpia mi piel de códigos de barras.
Deja que me sacuda encima las claves alfanuméricas que el Poder me impone.
Llévame a mi tiempo, a la época del agua.
Deja que me descalce sobre el prado.
Déjame ser el último cualitativo.
Concédeme vivir como Montaigne
o como Jaccottet a la luz del invierno.
Libérame del reino de la cantidad.
Confiado
Colección Visor de Poesía
Juan Antonio González
Iglesias
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