Adan y Eva de Suzannne Valadon |
Eva
Cuando Eva iba desnuda por el paraíso,
disfrazaba el tedio a la sombra de los árboles, cogiendo
las flores, oliendo su aroma,
y pensando en cómo sería bonito tener un cielo
que mirar.
Un día, una de esas flores se transformó en
fruto; y Eva se lo llevó a la boca, lo mordió, probó
su pulpa. Por un extraño efecto
de causa y consecuencia, el sabor de la manzana
obligó a Eva a cubrir su desnudez
con hojas y flores, que volvieron
a ser una metáfora del cuerpo
que escondemos.
Sucesivamente, el pecado se volvió una simple
figura retórica, y el sexo un ejercicio
de interpretación.
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