No es coincidencia que el poema saludadado como el primer gran poema moderno -La tierra baldía (1922), de T. S. Eliot- trate precisamente de la crisis característica del siglo XX: la pérdida del alma. O, como señala Ted Hughes en Winter Pollen, "la compulsiva desacralización del espíritu de Occidente" (...)
La tierra baldía describe un mundo urbano irreal cuyos habitantes son seres inquietos, vacíos, indiferentes y más bien sórdidos. La figura de Tiresias, el ciego vidente andrógino del mito griego, se mueve en el trasfondo y actúa como nuestro guía a través de la modernidad y el desierto, donde "no hay agua, sino sólo rocas" y "el trueno seco, estéril y sin lluvia". Ya casi no es posible la poesía, salvo algunas citas raras de poemas del pasado, cuyas riquezas están esparcidas a lo largo de La tierra baldía como restos relucientes en el polvo.
El fuego secreto de los filósofos. Patrick Harpur. Ed. ATALANTA
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