(44)
Ahora que en mis manos
no cabe
la piel de tu nombre,
ahora
que me vacío de corazón y espero
mi final,
ahora que la luz se está apagando
y siento este vértigo,
esta intemperie
de silencio y mis antiguas cicatrices
son para siempre,
ahora que al fin me llama el escalofrío
de la nieve,
ahora que te olvido para que me enseñes
a respirar
sin la oscuridad de los verbos
y el verde despertar de las promesas,
ahora que voy guardando en mi memoria
los rincones luminosos,
ahora que acaricio en la cavidad
de mis manos
las palabras que no van a morir,
las palabras que no me hicieron daño,
ahora que todo se apaga y ya no queda
nada entre mis dedos
voy al fin
a amarte en el silencio.
De: Cien fuegos
(en preparación)
Daniel Noya
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