Si canta el reloj saltamontes,
y cruje la fiebre
y susurra el horno seco:
es seda roja que arde.
Si los ratones roen
el fino fondo de la vida:
son una golondrina y su cría
que desamarraron mi barca.
Si la lluvia murmura en el tejado:
es seda negra que arde.
Y el cerezo aliso, incluso en el fondo
del mar oirá: Perdona.
Porque la muerte es inocente
y nada puede ayudar.
En el ruiseñor febril
palpita aún un cálido corazón.
De: Tristia y otros poemas
Osip Mandelstam
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