Como si una linterna me arrancara
de en medio de la noche,
así me descubriste, así me señalaste.
Así horadaste mis silencios escarpados
y troquelaste
las fronteras de mi isla.
Nombrándote me expones, me sitúas en el
ojo de la
diana.
No hay lugar para el ardid, no hay escondite.
Soy blanco paralizado, centro de tu
voluntad, destino
de tu atención y tu advertencia.
¿A qué esperas?
No rehúyo la luz.
Hágase en mí lo que tu dardo indica.
Punto umbrío
Ana Rossetti
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