“La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.”

(ALDO PELLEGRINI)

sábado, 29 de abril de 2017

Lección de poética: Daniel Noya




 Lección de poética

Para escribir un buen poema hay que estar mucho rato
mirando a la luna,
no desfondarse nunca en el primer verso que es el verso
que regalan las Musas,
tener una voz personal y no imitar el perfume de los otros,
leer mucha prensa,
haberse empapado la Crítica de la Razón Pura,
ser irónico solo en los poemas que traten de los seres humanos,
profundo en los poemas que hablen de las cosas
y en los viajes
estar siempre atento y con el alma al servicio de la inspiración,
permanecer horas en el sillón o mejor sentado en una piedra
leyendo a otros poetas, oyendo el ruido que hace el río,
respirar por el lado equivocado y no hacer caso de las correcciones,
dejarse llevar por el primer impulso, escribir lo inconveniente,
aquello que sabemos que más nos avergüenza,
amar las palabras, partir siempre de la inocencia,
no forzar nunca las sensaciones, no querer ser original,
patear la calle, aprender del ritmo de las canciones,
descubrir lo que calla el silencio,
enamorarse,
saber que la filosofía es un aliado,
saber que el diccionario es un enemigo,
aliarse con todo y con nada, ser humilde, trabajar sin descanso,
mantener la magia del primer día,
vivir intensamente la vida,
beber de vez en cuando,
parar a tiempo,
escribir sin descanso,
en los bares,
en los tejados,
en el más absoluto de los desamparos,
en las aulas sobre los pupitres, en los muros,
en el agua con un palo de avellano,
escribir poemas estando enfermo, tomar notas
de todo lo que sucede, aprender de la sabiduría de las hojas,
de todo lo cifrado en el aire,
escribir en el reposo
y en la inquietud de los lugares con sabor a lejanía,
describir el surco del suelo en el amanecer
y saber que una mano
escribe sola pero para que la acaricie  una multitud,
ser incondicional con el sentimiento,
ser poeta de oficio,
dejarse las pestañas en el habla, matarse en cada letra,
dibujar de blanco los signos,
no tener claros los lindes, desgastar los labios en las preguntas,
engañar siempre a la muerte
y haber pasado por el mundo como un instante de placer.

Para hacer un buen poema no hace falta practicar yoga,
ni contar las sílabas, respirar la tarde, tener sueños,
acabar siempre con un verso redondo,
como si te rindieses al abrazo mortal del mar después de haber braceado buscando una imposible salvación.

De: La sabiduría de las uvas
Daniel Noya



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