“Espero que a ti no te
importen las confidencias,
los atracos a beso o muerte,
todo lo que se mueve en un
sigilo”
Escandar
Algeet
Nadie
escribe de esas veces en las que haces lo correcto
y te
sientes como un gilipollas.
Nadie
escribe ya del miedo,
de que
le pasó a Neruda cuando se acabaron los cerezos y la primavera.
A nadie
le interesa la gente que está sola,
la
gente que se abraza a sí mismo a oscuras por que tiene miedo de encender la
luz,
y
darse cuenta de que nadie vino para salvarles
de
otra noche de precipicios.
Por
qué no se habla de aquellos que se esconden en un verso
porque
es la única manera de entender
todo
lo que
llevan a sus hombros.
Aquellos
que sienten que sonreír es,
únicamente,
otra excusa que darles
para
que les partan los dientes.
Quién
les dice
“para”
a los
que necesitan la velocidad para hacer latir su corazón,
los
que se enganchan a los precipicios
se
hacen adictos al vicio
que
supone vivir sin frenos.
Versos
Besos
Noches
que
son precipicios,
caídas
libres que te hacen palpitar
tan
tan
rápido
que no
puedes contar el latido por segundo.
Y la razón
te pide que frenes,
te
recuerda que no sabes volar,
que
vas a caer en picado,
que
esta vez no te puedes enamorar.
Qué te
hizo pensar
que
podrías ordenar
este
caos de cabeza y corazón,
Qué te
hizo creer
que
podrías reemplazar el dolor de un papel en blanco,
por un
atraco a beso o muerte?
El
tiempo te ha enseñado
que yo
soy más de versos
y de
buscar la suerte en los lugares menos apropiados:
que
las busco en bocas que contaban mentiras,
y que
mires por donde mires,
solo
vas a encontrar a una persona pérdida.
Cielo,
no es
culpa tuya todo esto,
yo ya
estaba perdida antes de conocerte,
ya era
un desastre las noches de copas de por medio,
ya era
demasiado niña para la vida
y
demasiado
mujer
para
un
hombre.
Y
aunque es cierto que contigo aprendí a ver el vaso medio lleno,
deberías
saber que
tan
solo me ha servido para ahogarme.
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