AFRODITA
(Y no sé
qué me pasa: antes era yo quien abandonaba a las mujeres
y ahora no sé
qué me
pasa que son las mujeres quienes me abandonan…).
Anónimo
Algunos hombres alguna vez hemos estado secretamente enamorados
de Afrodita.
Todavía recuerdo cuando apareció desnuda flotando milagrosamente
sobre la blanca espuma del mar.
Era tan hermosa que hasta el aire se paralizó.
Tuve que combatir
metafóricamente con las celosas olas para poder acariciarla.
Cuando la llevé hasta tierra ella se secó el agua
salada
desparramando su larga
cabellera.
Con un suspiro melancólico me encadenó a su cuerpo extranjero.
Desde entonces velé como un amante su sueño, la adorné con
guirnaldas de flores y la alimenté con toda clase de frutos.
Desde entonces la conduje hacia el salobre resplandor de la
ternura.
Hasta que un día la hablé de amor
pero me reveló que era imposible hacer el amor con
una diosa.
Y aunque la cuidé amorosamente en mi casa ella prefirió marcharse para habitar en una
concha.
En la despedida
le dije, como en una
película de Truffaut: el amor duele, ¿verdad?
Me dijo que sí.
Desde entonces busco en la tierra el sabor de
aquel primer roce.
Daniel Noya
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