LUZ DE OCTUBRE
Esa misma luz con la que la vi por
última vez
me hizo cerrar ahora los ojos
ensimismados
recordando cómo ella se sentaba en el
jardín
con un chal rojo sobre los hombros
y un pequeño libro en su regazo,
y en cómo una vez alzó la vista durante
mucho tiempo
con la claridad del día sobre su cara,
como si estuviera sopesando algo de
suma gravedad
que acababa de leer al menos un par de
veces,
con el cielo despejado y abierto a la
mirada,
porque las hojas ya habían caído
y permanecían quietas alrededor de sus
dos pies.
Paseando al gato
negro
Charles Simic
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