Hace algún tiempo
fuimos todas las películas de amor
mundiales
todos los árboles del infierno.
Viajábamos en trenes que unían nuestros
cuerpos
a la velocidad del deseo.
Como siempre la lluvia caía en todas
partes.
Hoy nos encontramos en la calle.
Ella estaba con su marido y su hijo:
éramos el gran anacronismo del amor,
la parte pendiente de un montaje
absurdo.
Parece una ley: todo lo que se pudre
forma una familia.
Fabián Casas
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