(13)
Cuando
me tengo que romper
me
rompo,
estallo
y
de pronto me hallo o bien en las islas Eolias visitando un hormiguero,
o
bien dibujando el recorrido
de
las aguas fecales,
me
hallo cuidando los prados para que no se desdibuje el color de las lilas,
me
tengo que romper
y
perdóname, Señor, porque he pecado sobre todo de omisión
y
a veces vivo como los topos,
entre
las raíces de los copos llorando la muerte de los pájaros
y
me rompo, Señor,
me
desnudo
y
cuando me tengo que desnudar encuentro el mar abierto,
la
sal pegada a los labios amando
y
amándote
en
mi otra juventud, cuando escarbaba en la tierra para escoger
las
metáforas más frescas,
cuando
bebía del verde de los prados y me asustaban las tormentas
de
la vanidad,
estallo,
de
repente me hallo en la Montaña Desnuda
leyendo
a Homero en su idioma
y
hablo con él en medio de un aguacero sobre la tristeza de los ahogados,
de
la indiferencia de los contemporáneos,
de
cómo hallaron al Crónida en la cresta del Gárgaro
y
me rompo en pedazos,
me
rompo en briznas de piedad
y el poeta me susurra desde lo alto que de pronto un día comprendemos
que
eso ha sido todo,
nada,
un
suspiro
y
estallo
esclarecido,
sin fiereza, oliendo el polvo de mi pequeño mundo perdido
y
así me quedo,
mudo,
hasta
otra vez que me vuelva a romper.
De: Cien fuegos Daniel Noya
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