En el vestíbulo
aparece un pájaro.
Una sinfonía me tocaba
el hombro
y era medianoche.
Me bebí todo mi
sentimiento como si
fuese
una taza de café.
El pájaro abandona su
prisión efímera
y deja un rastro de
palabra.
Nada es real si no lo
anotas inesperadamente.
En mi idioma la
respiración crece
y la poesía
es la luz que queda
encendida
para que aparezca la
luna.
La sinfonía acaba en
silencio
mientras por el vestíbulo
que palidece
aparece otro pájaro.
Pero ya no tengo
pupilas.
De: La doble rendija
(en preparación)
Daniel Noya
Imagen: Odilon Redon
No hay comentarios:
Publicar un comentario