LA
AMAPOLA ROJA
Lo mejor es
no tener
una mente. Emociones,
oh, de eso sí que tengo; me
dominan. Tengo
un señor en el cielo
que se llama sol, y me abro
para él, mostrándole
el fuego de mi corazón, un fuego
parecido a su presencia.
¿Qué será esa gloria
sino un corazón? Oh, hermanos y
hermanas,
¿fuisteis como yo, hace mucho tiempo,
antes de que fuerais humanos? ¿Acaso
os permitisteis
abriros alguna vez, vosotros que
nunca
os volveréis a abrir? Porque en
verdad
ahora hablo
como lo hacéis vosotros. Hablo
porque estoy destrozada.
De: El iris silvestre
Louise Glück

No hay comentarios:
Publicar un comentario