Desde la maleza de mis ojos,
campos amarillos,
mi voz
encendida por el árbol del amor
y, en el ocaso del viaje,
por el camino de tierra,
el canto escondido del cuco,
el color de las flores de las
jaras,
el olor de las lilas en el mes
de abril
que Eliot supo comprender.
Desde la maleza de mis ojos,
un cielo azul hace hablar al
valle,
mi desmemoria ya no me salva del
dolor
mientras escucho
silenciosamente
los rumores del arroyo
y doy nombre a los recuerdos
a través de la espesura de la
primavera
y entre los brotes verdes de mis últimos poemas.
De: Bajo el secreto de una luz memorable
Daniel Noya