DOS CUARTETOS
la lamentación sonora de la quimera desolada (T. S. Eliot)
(1)
No hay más luz que la luz
de un carámbano.
Ni más humo negro arrojado a mis
pulmones.
Tal vez
el farol está ya anticuado
pero lo cierto es un manzano en flor.
Lo cierto es el latido de los árboles
y el valle silencioso que se abre ante
mis ojos.
No hay más luz que la luz
de tus ojos.
Tal vez
ya no exista
la luz de una llama ardiendo en una
lámpara de aceite.
Pero lo que es verdad
es la luz en la saliva de mis palabras
que escalan
ya altos muros,
de mis palabras baldías
que sufren el castigo sin fin que
padecieron las Danaides.
No hay más luz sino desde lo alto.
No hay más luz que la luz desde la cima,
luz en el barro,
en las hojas caídas, en la escarcha
y en el deshielo
de la primavera cuando se apaga poco a
poco el frío.
No hay más luz que la luz
que resplandece en la blancura de la
nieve
o la del olor de la tierra
naciendo del ruido del agua,
la luz del relámpago y la del vuelo terrenal de los pájaros,
la luz de un rosal llamando a mi corazón
para que escriba
mi último poema de la noche.
No hay más luz que la luz de tus ojos.
Ni más luz que la luz aturdida e intacta
de tu recuerdo.
De: Bajo el secreto de una luz memorable
Daniel Noya
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