Nos lo quitaron todo,
el vuelo azul de los gorriones al mediodía,
la alegre melodía de la lluvia mojando nuestros cuerpos,
las hojas escarbando
los corazones solitarios.
Se llevaron el ruido silencioso que hacen al pasar
las estaciones.
Nos lo quitaron todo.
Las preguntas encendidas por el amor, el vacío de las carencias.
Se llevaron aquel tiempo en el que sonaba la melancolía
y sentíamos el frío
de nuestros antepasados.
Todo nos lo quitaron.
Nos quitaron la luz, los nombres.
Nos quitaron los susurros y los labios de la medianoche
besando
dulcemente nuestra soledad.
Y se llevaron las huérfanas lápidas donde escribíamos
nuestra desdicha
y también todas nuestras provisionales respuestas.
Todo nos lo quitaron.
Y nos dejaron las derrotas, el cielo sin gozo
y un alma enterrada y desvalida
entre las sombras.
De: Bajo el secreto de una luz memorable
Daniel Noya
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