Ahora,
cierta claridad,
verdadera luz abalanzándose sobre mis
últimos gestos y lo finito
que ya no cabe en la piel de mis manos.
Cierta paz en mis ojos
y el silencio rodeando definitivamente
mis labios.
Ahora,
una vez más amándote desde la
trinchera
menos vulgar,
en el exilio sin daño de la nostalgia.
Amándote
entre los desnudos lamentos de la tarde
más infinita
y alrededor
de los parques vacíos.
Soñaré
y no pararé de soñar si me dejas una vez
más a un lado,
roto al final de un poema triste
que desconoce dónde te has perdido.
Y lloraré en los ríos,
en la arena sucia de una playa ya lejana,
en medio de una frase, en el recuerdo del
útero de tus ojos
y no sabré qué escribir
ni desde dónde.
De: Bajo el secreto de una
luz memorable
Daniel Noya