Podría esperarte toda la noche,
desnudarme,
sin tu ausencia,
de la melancolía de las estaciones,
abrazarme como un náufrago a tu soledad
hasta dolerme el cuerpo.
Podría estar hasta encontrarte en silencio,
renunciar a las palabras en destrucción,
ahogarme en los recuerdos
y vivir en la memoria de tus manos,
en la ternura de tus ojos
mirando siempre hacia el instante de tu aparición.
Podría
sentarme y no decir nada, escribirte este poema
y decírtelo todo,
asfixiarme con tu voz rozándome los párpados más íntimos,
arrancarme en un destello,
trazar la línea recta de mi amor hasta besarte.
Podría escuchar la canción de mi muerte,
acompasar mis pasos al latido de tu corazón
que es el mío,
volverme niebla,
volverme estallido, refugio,volverme orilla
y volverme lámpara y llanto nutriente
y podría esperarte
trazando el mapa de tu cuerpo
hasta que dejara de dolerme tanto la ausencia de tus caricias,
hasta que desde la lejanía del desamor
sobreviviera una última claridad y naciera una luz
que limpiara mis ojos.
De: Bajo el secreto de una luz memorable
Daniel Noya