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Parado
en el andén
sin
apenas ya un sueño en la desnuda pupila dulce
de mis
ojos
pisando
sólo hojas secas
ajeno a
la presencia de la espesura
y sin
palabras
en la
distancia de los abrazos
en silencio
sin vuelo
apenas
sin alma
parado
en el andén con la carencia del latido y la ausencia
definitiva
sin raíces
sin idioma
sin
casi días desnudándome la felicidad
colándose
por las grietas de mi carne la soledad
parado en un andén poético
íntimo
en llamas
lejos
del ángulo donde se oye el temblor de la alegría
y el
mundo desafina
como el
silencio de un tren que se aleja
y que nunca es ya el mío.
De: Cien fuegos
Daniel Noya