MARIDO Y MUJER
…hablar de las penas
del matrimonio…
No somos amantes.
Ni siquiera nos conocemos.
Somos parecidos
pero no tenemos nada que decir.
Somos como palomas…
aquella pareja que llegó a los
suburbios
por error,
dejando Boston, donde golpearon
sus pequeñas cabezas contra un muro
ciego,
tras agotar los puestos de fruta en el
North End,
las ventanas amatista de Louisburg
Square,
los asientos en el parque Common
y el tráfico que seguía pisando
y pisando.
Ahora hay lluvia verde para todos
tan común como el colirio.
Ahora están juntos
como extraños en un retrete exterior
para dos,
comiendo y agachándose juntos.
Tienen dientes y rodillas
pero no hablan.
Un soldado está obligado a permanecer
con un soldado
porque comparten la misma suciedad
y los mismos golpes.
Son exiliadas
manchados con el mismo sudor y el sueño
del borracho.
Como si sólo pudieran agarrarse,
sus garras rojas se doblan como
pulseras
alrededor de la misma rama.
Incluso su canto no es una cosa segura.
No es un lenguaje;
es una especie de respiración.
Son dos asmáticas
cuyo aliento entra y sale sollozando
a través de un pequeño tubo.
Como ellas
ni hablamos ni aclaramos nuestras
gargantas.
Oh cariño,
suspiramos al unísono al lado de
nuestra ventana,
borrachos del sueño del borracho.
Como ellas
sólo podemos asirnos.
Pero atravesarían nuestro corazón
si tan sólo pudieran volar hasta aquí.
De: Vive o muere
Anne Sexton